En Abril de
815, poco después de la creación del condado de Barcelona, como separación entre
el reino de los francos y los musulmanes, Ludovico Pio rey de Aquitania y
soberano de Septimania, promulgó un precepto destinado a la protección de los
habitantes del condado de Barcelona y otros condados subalternos. En el texto se
habla, literalmente de los “españoles”, Juan, Chintila y un largo etc. Y, sobre
todo, se dice algo enormemente interesante sobre lo habitantes de lo que ahora
denominamos Cataluña: "Muchos españoles no pudiendo soportar el yugo de los
infieles y las crueldades que éstos ejercen sobre los cristianos, han abandonado
sus bienes en aquél país y han venido a buscar asilo en nuestra Septimania o en
aquella parte de España que nos obedece".
En el documento – como era de esperar –
no aparece la palabra “Cataluña”, ni la palabra “catalanes” porque eran ideas
aún inexistentes, pero si hace referencia a cómo esa zona formaba parte de
España y a que sus habitantes eran españoles. Hasta el año 1090 la familia de los
condes de Barcelona - que seguían siendo vasallos del reino franco fue de origen
extranjero, y, con la excepción de Berenguer III, que se casó con María, la hija
del Cid Campeador, los matrimonios siempre se contrajeron con mujeres
procedentes de algún lugar situado al norte de los Pirineos, como fué el caso de el mismo Berenguer III en sus segundas nupcias con con Dulce de Provenza o de Rouergue.
En el año 1137,
un Conde de Barcelona, llamado Ramón Berenguer IV rompió con esa tradición,
seguida durante siglos por sus antecesores, y contrajo matrimonio con la
Princesa Petronila de Aragón. De esta manera el Condado de Barcelona – que ni
era Cataluña, ni era una nación catalana, ni tenía pretensión de serlo volvía a
reintegrarse en el proceso de reconstrucción, de reconquista, de una España que
había estado a punto de desintegrarse por completo a causa de la invasión
islámica. Y no lo hacía como parte no de una confederación catalano-aragonesa, como
dicen los nacionalistas, a pesar de que jamás aparece tal nombre en las fuentes
históricas, sino como parte de la Corona de Aragón.
Esa conciencia de que
Cataluña era tan sólo una parte de España y no una nación independiente la
encontramos también en los Reyes que ejercieron sobre ella su soberanía,
citare algunos ejemplos:
Cuando, en 1271, Jaime I salió del Concilio de Lyon,
tras haber ofrecido la cooperación de sus hombres y de su flota para emprender
una cruzada, exclamó: “Barones, ya podemos marcharnos, hoy a lo menos hemos
dejado bien puesto el honor de España”. De la misma manera, cuando socorrió a
Alfonso X de Castilla en la lucha contra los moros en Murcia, Jaime I sostuvo
que lo hacía “para salvar a España”.
De manera semejante, el Rey Pedro III
afirmó, que había salvado el honor de España al acudir a Burdeos para batirse
con Carlos de Anjou , manteniendo su palabra. Y si esto pensaban los Monarcas
que reinaban entre otros territorios sobre Cataluña, no otra cosa pensaban sus
historiadores. En el siglo XIV, el catalán Rivera de Perpejá escribió la Crónica
de España, en la que señalaba precisamente cómo Cataluña era una parte de esa
España despedazada por la invasión pero ansiosa de reunificación . Y el gran
historiador Ramón Muntaner reclamo una política conjunta de los 4 reyes de
España, que son, según escribió, < d´una carn e d´una sang > El gobierno catalán sustenta su mentira histórica a pesar de que Cataluña
jamás se consideró una nación, sino que siempre formó parte de una vieja
nación llamada España.
En fecha tan tardía como 1893, Francesc Cambó inicio la tarea de
predicar el catalanismo por las tierras de Cataluña. Sería el mismo quien en
sus memorias, describiría el ambiente con que se encontró: "En su conjunto, el
catalanismo era una cosa mísera cuando, en la primavera cuando en 1893 inicié
en el mi actuación. Organizamos excursiones por el Penedés y del Vallés, donde
había algún catalanista aislado no creo que hiciéramos grandes conquistas los
payeses que nos escuchaban". (F. Cambó, Memorias (1876-1936), Alianza Editorial, Madrid 1987, pp. 37,40 y 42)
Aquél era un tiempo en el que el catalanismo tenía todo el carácter de una secta religiosa. Puede decirse que todos los catalanistas se conocían entre si.
Aquél era un tiempo en el que el catalanismo tenía todo el carácter de una secta religiosa. Puede decirse que todos los catalanistas se conocían entre si.
Las palabras de
Cambó serian confirmadas por Josep Pla, más tarde si cabe, en 1928, que añadiría: "Los catalanistas eran muy
pocos. Cuatro gatos. En cada comarca aproximadamente un catalanista que era, generalmente, un hombre elegante que tenía fama de chalado" (J. Pla, Cambó, Ediciones de la Nova Revista, Barcelona 1928, p.46). Desde luego no dejaba de ser una situación peculiar descrita por dos
ilustres catalanes si se tiene en cuenta que, de acuerdo con los postulados del
nacionalismo, Cataluña es una nación oprimida por España Por el contrario, lo
que escribían sobre la situación de hace más de un siglo Cambó y Pla resulta
lógico si se tiene en cuenta que, en términos reales y no míticos, fidedignos y
no mentirosos, la historia de Cataluña siempre ha sido la historia de
España.
Desde luego, los romanos que fueron los que crearon el termino
Hispania siempre incluyeron en sus límites los territorios que, ya muy avanzada
la Edad Media, seria Cataluña. No en vano Tarraco, la actual Tarragona, fue
capital de una de esas Hispanias.
Lo mismo sucedió, cuando deshecho el
imperio romano, se estableció en la península, un dominio visigodo que cristalizaría en el reino de España. Significativo resulta, por ejemplo, que la
primera capital de ese reino, con Ataúlfo estuviera en Barcelona. Sabido es que
muy pronto la capital y con lógica irrefutable se traslado al centro de la
península, y más concretamente a Toledo, pero a esas alturas los escritores
visigóticos, con San Isidoro de Sevilla a la cabeza, hablan de una nación llamada
España cuyas raíces romanas y cristianas a la que han llegado recientemente los
godos.
Semejante visión no quebró todo lo contrario cuando la invasión islámica
de 711 pulverizo el reino godo. El reino, España, que se aprestó
inmediatamente a la resistencia frente al invasor musulmán En un intento de
protegerse de un ataque islámico, los reyes francos, se apoderaron de unos
terrenos al sur de los Pirineos, a los que denominaron Marca Hispánica, (nombre
ciertamente revelador) y a los que convirtieron en zona de salvaguarda. Sin
embargo de forma bien significativa, los monarcas francos fueron conscientes de
que aquel territorio, que siglos después serian Cataluña eran ya entonces
España. La única realidad es que España ya era identificada como una nación
cuando Cataluña no era siquiera una idea.
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