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sábado, 3 de octubre de 2015

La Reconquista: Los mártires de Córdoba.

Altar Reliquias de los Mártires de Córdoba

Pregunta de preguntas; ¿hasta qué punto era realmente musulmana la España de Al-Ándalus?

De hecho será una de las líneas políticas del emirato, intentar islamizar el territorio por todos los medios. Sin embargo hay numerosos datos y ejemplo de que el cristianismo seguía muy vivo.

Vamos a empezar con un texto de la época. Año 850, un sacerdote cristiano escribe lo siguiente: “era el año 850, año vigésimo noveno del emirato de Abderramán. El pueblo de los árabes, engrandecido en riquezas en tierras hispanas, se apodero bajo una cruel tiranía de casi toda Iberia. En cuanto a Córdoba, llamada antaño –Patricia - y ahora llamada ciudad regia tras su asentamiento, la llevo a lo más elevado encumbramiento, la ennobleció con honores, la engrandeció con su gloria, la colmo de riquezas y la embelleció con la afluencia de todas las delicias del mundo, más allá de lo que es posible, hasta el punto de sobrepasar, superar y vencer en toda pompa mundana a los reyes de su linaje que le precedieron. Pero mientras tanto, bajo su pesadísimo yugo, la Iglesia era arruinada hasta la extinción”. Quien esto escribió fue un eminente cordobés, de familia cristiana, llamado Eulogio de Córdoba Profesor a su vez, había reintroducido el latín en su círculo, para mayor irritación del poder moro.

¿Cómo era posible que este Abderramán II, que había llevado a Córdoba a tal grado de esplendor, se comportaba con tanta crueldad contra los cristianos? Era posible porque su entorno, como sucede de manera recurrente en el Islam, se había instalado el fundamentalismo, el llamado “malikismo” cuya traducción es: aplicación estricta de la ley islámica

Contra cualquier tópico, el Islam nunca fue tolerante con España. Eulogio escribía: “bajo su pesadísimo yugo, la Iglesia cristiana era arruinada hasta la extinción”. Había que pagar un impuesto especial para seguir profesando la fe de Jesús; las manifestaciones externas de fe, el apostolado, etc.

En la práctica política andalusí, los cristianos del emirato – los mozárabes – eran enemigos cuya presencia se toleraba a regañadientes. Por eso desde finales del siglo VIII será creciente el goteo mozárabe hacía el norte buscando acogida en el Reino de Asturias.  Pero también el elemento cristiano estará muy presente en las sucesivas conmociones internas del emirato, particularmente en las sublevaciones de viejas ciudades como Toledo y Mérida, que cada vez soportaban menos el despotismo cordobés. Ahí es donde se mezclan los problemas sociales y políticos con el problema religioso, al no poder organizarse con las armas, los hispano cristianos, buscaran otra forma de expresar resistencia.

Los primeros casos conocidos de cristianos que prefirieron la muerte antes de abjurar su fe, datan del año 825. Como hoy es costumbre, de dar la vuelta a las cosas, no faltan falseadores de la historia que niegan la persecución islámica y denuncian el fanatismo cristiano.
URNA con las reliquias de los mártires de Córdoba

El problema parece, además generalizado en la España mora, porque hacia 828 el emperador carolingio Luodovico Pio escribe a los cristianos de Mérida para llamarles a la resistencia. Uno de los casos más sonados de aquel tiempo fue el del presbítero Perfecto, decapitado el 18 de abril de 850. A Perfecto le cortaron la cabeza, pero no tuvo el efecto que como escarmiento esperaban los musulmanes, fue todo lo contrario, ya que aumento el número de mártires. Se sabe que nada menos 48 notables de Córdoba, cristianos todos ellos, se ofrecían voluntariamente al martirio.
Decapitación del presbítero Perfecto

Entre el 3 y el 25 de junio del año 851, son ajusticiados un laico y once monjes; entre ellos el monje Isaac, que había sido nada menos que administrador de los caudales públicos en la corte cordobesa. El 21 de noviembre son martirizadas 2 hermanas, Nunila y Alodina; 3 días después, la Virgen Flora (hija de un mahometano y una cristiana) y la monja María. Los martirios cristianos estaban creando un malestar social importante, Abderramán II quiso tomar cartas en el asunto y convoco un concilio en el año 852. Quería forzar a los obispos cristianos a que condenaran la búsqueda voluntaria del martirio, no lo consiguió. En Toledo mientras tanto, seguía la agitación, llegando incluso a lanzar ofensivas sobre el Valle del Guadalquivir. Abderramán II murió ese mismo año 852, su sucesor Muhammad I, endurecería aún más la represión.
San Issac de Córdoba

El 13 de marzo de 857 son decapitados los santos Rodrigo y Salomón, al primero lo había entregado su propio hermano, convertido al Islam. Conocemos otros nombres: Sancho (un guerrero cristiano del Pirineo que había acabado de esclavo en la guardia del Sultán), el sacerdote Pedro, Walabonso, Diacano, Sabiniano, Wistremundo, el anciano Jeremías y Habencio. Estos últimos protagonizaron un episodio impresionante. Se presentaron voluntariamente ante el juez musulmán y se ofrecieron al martirio. Conocemos las palabras que dijeron: “Nosotros repetimos lo mismo que nuestros hermanos Isaac y Sancho; mucho nos pesa de vuestra ignorancia, pero debemos deciros que sois unos ilusos, que vivís miserablemente, embaucados por un hombre malvado y perverso. Dicta sentencia, imagina tormentos, echa mano de todos tus verdugos para vengar a tu profeta. Aquí nos tienes.
Santos Rodrigo y Salomón

Aquello llevo a dividir a la comunidad cristiana, mientras los más acomodaticios empezaban a criticarles, otros los defendían porque eran capaces de llevar su fe hasta la muerte. Entre los defensores destaca Eulogio el cordobés y el prestigio de Eulogio entre los mozárabes creció hasta tal punto que en 858 fue elegido Obispo de Toledo, nunca llegaría hacerse cargo de la diócesis. Los moros habían entendido, que para sofocar el movimiento de resistencia, era imprescindible acabar con Eulogio. Fue encarcelado en 859, se le acuso de haber ocultado a una joven de padres musulmanes llamada Leocricia. La joven fue sentenciada por apóstata y Eulogio llevado ante el emir. Se le conmino a retractarse, pero los jueces sólo consiguieron que hiciera una encendida defensa del cristianismo. San Eulogio fue decapitado el 11 de marzo de 859, a las 3 de la tarde. A la muerte de Eulogio se abre un paréntesis de siglos denominado “silencio mozárabe”, aunque la llama del cristianismo nunca se extinguió.

Este episodio de los mártires de Córdoba resulta hoy bastante políticamente incorrecto. Al discurso dominante le gusta imaginar un Al-Ándalus pacífico de convivencia tolerante. Esta imagen pretendidamente bucólica de la convivencia de las tres culturas dista mucho de la realidad. La verdad es otra. En primer lugar la España cristiana no se abandono al nuevo poder musulmán, sino que les planto cara. Y, además, esta resistencia cristiana fue crucial: los españoles sabían lo que eran y el rasgo de su identidad que había que defender. Por último, que en la defensa de su fe no retrocedieron ni siquiera ante el martirio, a pesar de la cobardía disfrazada de los que apostaban por someterse al islam. Esta es la enseñanza histórica de los Mártires de Córdoba: fue la España que resistió al islam.
Urna de plata de los Santos Eulogio y Leocricia (Catedral de Oviedo)

PD. En el año 883 trasladaron los restos del mártir Eulógio de Córdoba a Oviedo donde se conserva la urna en la Cámara Santa. Fue un ejemplo de resistencia, de lucha por la libertad, frente a los cobardes colaboracionistas utilitarios, tan amadores de su vida que juzgaban su pensamiento como un “suicidio”