Lo primero que hay que
decir en términos históricos, Navarra es española desde sus propios indicios
como identidad política singular. La Navarra que conocemos hoy, nació entre
finales del siglo VIII o principios IX, cuando nace el Reino de Pamplona, que
se las verá y deseará para consolidarse, lo que logrará más tarde con el apoyo
de los reyes astur-leoneses, sin olvidar que Navarra permanecerá durante 400
años bajo el dominio árabe.
El viejo Reino de Navarra
se vuelve a enfrentar en pleno siglo XXI a una nueva batalla, la batalla de la
historia, (últimamente los españoles somos muy aficionados a la memoria
histórica). Una memoria selectiva, pues mientras se nos exige que para que los
terroristas nos perdonen la vida tengamos amnesia respecto a los crímenes que
han perpetrado a lo largo de las últimas décadas en plena democracia, haciendo
todo lo posible para reavivar el vendaval que arrasó España hace setenta y
cinco años, no en buscar concordia sino de ajuste de cuentas.
En esta nueva batalla de
la historia que padece Navarra, se trata de llegar incluso más lejos. La
memoria histórica de 1512, se utiliza como arma arrojadiza para tratar de
ahogar el sentimiento español del pueblo navarro. Una afirmación absolutamente
falaz, es la de que el Reino de Navarra fue la encarnación medieval del “Estado
vasco de Euskal Herria”. Reino cuya independencia pereció, a sangre y fuego a
manos de los españoles, calificando a Fernando el Católico de genocida, falsario y de falta de
escrúpulos. Señala que tres siglos antes, en 1200 el Reino de Navarra había
quedado manipulado por el imperialismo castellano a manos de Alfonso VIII de
Castilla, que habría rebatado por la fuerza de las armas el Señorío de Vizcaya
y las provincias de Álava y Guipúzcoa. Nada de eso es cierto. El
aberzalismo miente, en primer lugar y
sobre todo, porque no es cierto que el Reino de Navarra fuera la encarnación
medieval del “Estado vasco Euskal Herria”.
Por otra parte, en la
llamada “tierra de vascos”, situada al otro lado de los Pirineos, los
territorios de Labourd y de Soule nunca formaron parte del Reino de Navarra. La
llamada Basse Navarre y su
integración en la corona de Navarra se produjo en 1191, por donación de Ricardo
Corazón de León, Rey de Inglaterra, agradecido a su cuñado, el futuro Rey
Sancho VII el Fuerte, por la ayuda que le había prestado para mantener bajo su
dominio al territorio de la Guyena, que se extendía desde Hendaya hasta Burdeos
y que permaneció en poder de los ingleses hasta el año 1453.
Si fuera cierto que el
pueblo vasco existe desde el comienzo de los tiempos, lo lógico es que se
hubiera manifestado como tal cuando los romanos llegaron a España y sobre todo
cuando en el siglo VIII comienzan a emerger los primeros núcleos cristianos de
resistencia frente a los invasores musulmanes. En ambas ocasiones, Euskal
Herria no es que haga mutis, sino sencillamente es que no existe. No hay un
pueblo vasco que tenga conciencia de sí mismo. No hay rastro del “Zazpiaz bat”
(siete en uno) ni del “Laurak bat” (cuatro en uno) ni tan siquiera del “Irurak
bat” (tres en uno).
Si es cierto, que durante
algunos periodos de tiempo los territorios vascongados estuvieron bajo la autoridad
del monarca pamplonés, pero fue tan fugaz que no dejó ninguna huella ni en sus
instituciones ni en las respectivas poblaciones y, además, tampoco se produjo
de manera simultánea ni continua. Aunque no guste, la única
verdad es que desde que las Vascongadas tuvieron uso de razón política, su
historia se desenvuelve en Castilla o junto a Castilla, sin que se hubiera
forjado ningún lazo que pudiera sugerir la existencia de una mínima conciencia
colectiva de pertenecía a una única comunidad.
Dependencia de los "territorios históricos de Euskal Herria" |
Estos son los datos:
Álava
·
De 1029 a 1076….47 años
·
De 1123 a 1134….11 años
·
De 1179 a 1200….21 años
Total……………….79
años.
Guipúzcoa
·
De 1014 a 1076….62 años
·
De 1123 a 1134….11 años
·
De 1179 a 1200….21 años
Total……………….94
años.
Vizcaya
·
De 1029 a 1076….47 años
·
De 1123 a 1134….11 años
Total…………….58
años.
De estos datos se
desprende que Vizcaya puso punto y final a su relación con Navarra en 1134, a la muerte de Sancho
III el mayor, Rey de Navarra. No fue este gran monarca pamplonés “rey de los
vascos”, otra gran mentira, sino Rey de toda la España cristiana, de cuyo
tronco dinástico se desgajarán los reinos de Castilla y de Aragón.
En Álava es cierto que
Navarra trató de imponer en ella su autoridad en tiempos de Sancho VI el Sabio.
Bajo su reinado, en 1181 se produjo la fundación de la ciudad de Vitoria. En
1200 reinando en Navarra el legendario Sancho VII el Fuerte, la Cofradía
solicita la ayuda de Alfonso VIII de Castilla para librarse del dominio
navarro. Los castellanos ponen sitio a Vitoria, contando con la inestimable
ayuda y apoyo de Diego López de Haro, señor de Vizcaya. Por aquel entonces el
rey navarro se encontraba en tierra de moros, por lo que la guarnición navarra
acabó por rendirse y la ciudad quedó en manos castellanas. En 1332 los alaveses
enviaron procuradores a Burgos ofreciéndole al Rey Alfonso XI el señorío sobre
aquella tierra. Así se produjo la “voluntaria entrega” de Álava a la corona de
Castilla, hecho que permanecerá vivo en la conciencia alavesa a lo largo del
tiempo.
También en 1200, Guipúzcoa
se entrego a la corona de Castilla. Mientras castellanos y vizcaínos ponían
sitio a la ciudad de Victoria, los guipuzcoanos aprovecharon la oportunidad
para pedir auxilio al Rey Alfonso VIII de Castilla para redimirse de la
opresión de Navarra “por desafueros
que, según la tradición antigua se conserva entre las gentes hasta hoy día,
habían los años pasados recibido de los reyes de Navarra”. La cita es
de Esteban de Garibay, historiador guipuzcoano del siglo XVI. El rey aceptó la
“voluntaria entrega” de la provincia, que quedó incorporada desde entonces a la
corona castellana.
Los actuales
revisionistas de la memoria histórica niegan esa voluntad de la entrega o
incorporación de Álava y Guipúzcoa a Castilla. Pero es lo cierto y es lo que
vale, so pena de que convirtamos a los vascongados de aquella época como
traidores a su patria o cobardes por plegarse al poder castellano, algo que no
encaja en un pueblo indómito que pelea por su libertad. Lo único cierto es que
los vascongados se sentían castellanos y por ende españoles.
Además presumían de ser
los hispanos mas originarios, los más antiguos y puros de los habitantes de la
península ibérica. Y con semejante honor participarán en todas las empresas
exteriores de la monarquía española.
En 1516, muerto el rey
Fernando, su nieto Carlos, el futuro emperador, se convertirá en rey de Navarra
con el titulo de Carlos IV, después de añadir al juramento foral el compromiso
de mantenerla como reino de por sí. Carlos de Habsburgo se ciñe las coronas de
Castilla, de Aragón y de Navarra, por lo que ha de reconocerle como el
auténtico fundador de la monarquía española.
Vamos abordar el papel de
que jugaron los vascos de la época en todo este proceso. Hay que destacar lo
primero, es que el ejército del Duque de Alba el grueso de sus tropas estaba
compuesto por soldados alaveses, guipuzcoanos y vizcaínos. Entre los diez o
doce mil hombres que entraron en Navarra, marchaban 3.000 alaveses al mando del
diputado general Diego Martínez de Álava, 2.500 a 3.000 guipuzcoanos
y 2.000 vizcainos.
En el otoño de 1512, los
reyes Juan y Catalina trataron de recuperar el reino de Navarra con el auxilio
de los franceses. Un ejército francés consiguió llegar a Pamplona, donde se
había encerrado el Duque de Alba. El asedio fue un autentico fracaso y los
franceses se batieron en retirada. Un contingente de 3.000 -mercenarios al
servicio de los franceses-, fue atacado en el puerto Valete por milicias
guipuzcoanas y vizcaínas, al grito de “¡Santiago,
España!”. En su derrota, los franceses perdieron doce piezas de
artillería de gran calibre y de un valor artístico increíble. Las autoridades
guipuzcoanas solicitaron a la reina Doña Juana que les permitieran grabar los
doce cañones en el escudo de armas de la provincia, la reina adepto complacida.
Y en el permanecieron hasta que en 1979 las Juntas Generales de Guipúzcoa
acordaron eliminarlos del escudo por considerar que su mantenimiento implicaba
un gesto inamistoso hacía Navarra, como si hubieran los navarros los masacrados
en Valete. Su intención no era otra que la de tratar de borrar las huellas de
la historia para ocultar la plena y secular identificación de los guipuzcoanos
con la corona castellana y después con la monarquía española.
Es bueno recordar, porque
las nuevas generaciones vascas lo desconocen por completo, que Ignacio de
Loyola, patrón de Guipúzcoa y de Vizcaya, cayó herido en Pamplona defendiendo
la pertenencia del reino de Navarra a la corona española.
EL CASTILLO DE MAYA. SIMBOLO DE LA RESISTENCIA NAVARRA |
El último enfrentamiento
franco-español por causa de Navarra fue la toma del castillo de Maya, al que
ahora llaman Amaiur. Los franceses se habían apoderado en Octubre de 1521 de
esta fortaleza baztanesa, en la frontera con Francia, así como Fuenterrabía. En
Maya dejaron una guarnición de 200 caballeros de la facción agramontesa. Privados
de toda posibilidad de recibir avituallamiento al estar en territorio español,
los del castillo recurrieron al pillaje para sobrevivir. Los lugareños cansados
de sus tropelías pidieron al virrey, conde de Miranda, que pusiera fin a esta
pesadilla. En julio de 1522 se dispuso el envío al Baztán de una fuerza militar
compuesta fundamentalmente de tropas navarras al mando de Luis Beaumont.
También acudieron soldados guipuzcoanos. El 17 de julio las tropas reales
tomaron posición frente al castillo. El 18 de julio se inició el ataque que fue
rechazado por los sitiados. Pero al día siguiente, 19 de julio, se rindieron.
Ahora algunos pretenden
reescribir la historia. Pero la desfachatez del aberzalismo no tiene límites
cuando trata de sacar rédito político de los sucesos de 1512 para justificar la
integración de Navarra en Euskal Herria. La utilización del nombre de Amaiur para una
coalición aberzale en las elecciones generales de 2011 es una obscenidad
política. Los defensores de Maya eran agramonteses y se habían batido contra
las tropas castellanas compuestas en su mayoría por soldados vascongados. Que
al pie del monolito que recuerda aquel episodio histórico se leyera un
manifiesto en pro de la independencia de Navarra por parte de quienes pretenden
uncirla al carro de una Euskal Herria inexistente, arrogándose asimismo la
representación de los defensores de la fortaleza, es una afrenta a su memoria.
Si fuera cierto que Navarra hubiera perdido en 1512 su soberanía nacional,
concepto anacrónico en aquella época, la habría sido fundamentalmente gracias
al esfuerzo castellano de los vascos de la época.
Dicho esto debemos
reivindicar la memoria de aquellos soldados vascongados por haber contribuido a
la inserción de Navarra en el conjunto español.
Homenaje a los defensores del castillo de Maya |
Si la dinastía destronada
hubiera conseguido mantenerse en el concierto europeo como un estado
independiente, la perspectiva de lograr lo que el argot aberzale se denomina “unidad territorial de Euskal Herria”
sería una entelequia, pues para conseguirla el Pais Vasco tendría que separarse
de España para integrarse en el que ahora sería el “Estado soberano Navarro”. Así que los vínculos de
fraternidad se derivan del hecho de pertenecer a la nación española.
Al cabo
del tiempo se ha producido otro hecho singular. En 1700, los Borbones acceden
al trono de España. Tal vez la circunstancia de que Felipe V fuera descendiente
de los reyes destronados en 1512 seria determinante para que Navarra se
apartara de la causa del Archiduque Carlos de Austria. Sea lo que fuere, lo que
probablemente no estaba escrito en el guión de la historia es que quinientos
años después de su destronamiento, al ser Navarra parte integrante de la nación
española, reinó en ella Juan Carlos I de Borbón, descendiente por línea directa
de los reyes Juan y Catalina de Albert, lo mismo que el actual rey Felipe VI,
pasando a su hija Leonor como heredera al trono de España los títulos de:
Princesa de Asturias;
Princesa de Gerona, Duquesa de Montblanch, Condesa de Cervera y Señora de
Balaguer; Princesa de Viana como heredera del Reino de Navarra. Paradojas de la
historia.
Para saber más:
-La historia política del reino de Navarra de José María Lacarra (ed. Caja
de ahorros de Navarra, Pamplona, 1972.
-Sancho III el Mayor, rey de Pamplona de Gonzalo Martínez Díez (Marcial
Pons, Madrid 2007)
-Crónica de España y de la Genealogía de los reyes de Navarra. Del cronista
García de Euguin, fraile agustino en 1358.
-1512 Conquista e incorporación de Navarra de Alfredo Floristan, (editorial
Ariel.)
-Historia de Navarra de Jaime Ignacio del Burgo (ediciones academicas)
También los cuardenillos del mismo autor
No hay comentarios:
Publicar un comentario