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jueves, 6 de julio de 2017

La Espada de Fruela Pérez




Alfonso I el católico llega al trono y amplía el reino. Cabalga hacia el sur y gana nuevos territorios y nuevos pobladores. Asturias está en guerra. Y las crónicas nos dicen que, junto al rey cabalga un guerrero: su hermano Fruela.

 Ya sabemos cómo se las gastaban los moros: en el sur de Francia no dejaban cristiano vivo. Los sarracenos, allá donde llegan, incendian, matan, saquean, y a los que capturan vivos los venden como esclavos. Después se marchan dejando desolación a sus espaldas. O la sumisión, o la muerte (y a veces, muerte después de sumisión). Aquí, en el viejo reino de Asturias y sus aledaños, ducados y condados, la estrategia musulmana no será distinta. Aunque los moros no han ocupado territorios, no por ello han dejado de prodigar sus incursiones de rapiña. Sabemos que habrá expediciones moras en tierras gallegas, y que su objetivo será únicamente el saqueo y la captura de esclavos, es decir, la obtención de botín.



Frente a eso, los cristianos organizan la respuesta. Consta que a mediados del siglo VIII se reconstruyeron las viejas defensas creadas un siglo antes; desde allí los asturianos detendrán las campañas de saqueo de los musulmanes. Y no sólo las detendrán, sino que responderán con expediciones equivalentes. A eso se refieren las crónicas Rotense y Sebastiense de la crónica de Alfonso III, cuando aquí y allá, de forma fragmentaria y sin mayores detalles, hablan de “batallas”. En los años 740 y 741, tomaron varias ciudades como: Lugo, Tuy, Oporto, Braga, Viseu, Chaves, Ledesma, Amaya, Clunia, entre otros muchos lugares.

Las campañas de Alfonso I en tierras del Duero son implacables; llega a una población, mata a todos los moros que encuentra y se lleva a los lugareños (cristianos). No se los lleva como esclavos, sino que los traslada al norte: Asturias, Cantabria, Galicia, Bardulia, donde nacen numerosas aldeas constituidas con aquella gente evacuada de sus pueblos. Así se va configurando en el norte un reino con abundante población, y al sur, en el valle del Duero, un autentico desierto.


¿En qué medida es aquello un autentico desierto?. “el desierto del Duero”, que es uno de los grandes debates historiográficos sobre la reconquista. Pero quedémonos con la estampa de las huestes de Alfonso I, literalmente volcadas sobre esas tierras llanas. A la cabeza de esas huestes figura nuestro caballero, Fruela, el hermano del rey Alfonso I; llamado Fruela Pérez, porque era hijo del duque Pedro de Cantabria y duque de Bardulia (Castilla).

La espada de Fruela Perez es la primera de un guerrero que inscribe su filo en la historia de la reconquista. Se ha hablado de caudillos, como Pelayo, o de reyes como Alfonso, o de grandes aristócratas, como el duque Pedro de Cantabria. Fruela es otra cosa: segundón de familia noble, no le falta fortuna ni linaje, pero su oficio va a ser exclusivamente la guerra. Las crónicas no nos hablan de él directamente, como protagonista, sino sólo cómo compañero de armas de su hermano. Pero como el rey no estaría todo el tiempo en el campo de batalla, el peso de las operaciones le correspondía a Fruela Pérez.

Fue por tanto Fruela un capitán de los ejércitos de su hermano Alfonso I, quien se encargo no solo de conquistar determinadas ciudades bajo poder musulmán, sino de repoblar con gentes liberadas de la zona del Duero, las tierras del norte, principalmente la Galicia liberada por cántabros y astures unos años atrás. Se dio en entonces una paradoja en toda la zona al norte del río Duero... tierras y ciudades liberadas del yugo musulmán, y cuyos habitantes habían sido conducidos hacia el norte. Quedándose ciudades enteras despobladas. Ni musulmanes ni cristianos tenían logística suficiente para poder ocupar toda esa zona. Las fortificaciones de defensa, simples empalizadas con algún muro de piedra, muy lejos aún de ser semejantes a castillos. Son situadas al norte, cerca de las fronteras del reino natural de Asturias y Cantabria, extendiéndose hasta la Bureba de Burgos y la Rioja, pero siempre en el límite del propio terreno, nunca más allá.



Fruela era el hermano menor de Alfonso I, rey de Asturias. Por tanto podemos suponer que alrededor del 740 cuando comienzan las campañas, Fruela es ya un guerrero cuarentón, o cercano a la cuarentena de edad. Un hombre de confianza no solo por el parentesco, sino por su enérgica contundencia al mando de los guerreros y sus éxitos militares.

Gracias a las exitosas campañas de saqueo de las tierras fronterizas en los campos góticos y sur de Bardulia, Fruela hizo dinero y riquezas, él y sus allegados, quienes luego serian guerreros de confianza y vasallos. Fruela construye su propio lugar en el universo de la corona asturiana, así el hermano segundón se convierte en un poder fáctico, su influencia durará decenios.

Fruela tuvo una hija, Numabela, que se casó con el duque Lupu II de Gascuña. Y dos de sus hijos llegarían al trono de Asturias, Aurelio y Bermudo I. El rey Ramiro I fue nieto de Fruela Pérez, Ordoño I, bisnieto. Y Alfonso III, el de las crónicas, tataranieto. De esta manera nuestro valiente guerrero Fruela , sin ser rey, fue tronco de reyes. Fruela era de ascendencia visigoda, como su hermano Alfonso I, de quien se decía era descendiente de Recaredo el Godo. Siendo por lógica Fruela descendiente a su vez del rey godo Recaredo.

Poco más se sabe de este noble guerrero, mano derecha de Alfonso I de Asturias. Espada de la reconquista y repoblador de Galicia. Se supone, aun cuando puede que sea parte de la leyenda, que uno de los míticos condes de Castilla Rodrigo Frolaz, era hijo de Fruela. Pero quizás esto sea parte más de la leyenda que de la realidad.



PD. Sólo el escritor árabe Aben Makari nos cuenta sobre Fruela Pérez con estas palabras: «en el mismo año algazuo Bedr contra el Tseguer, (la frontera del Ebro) avanzando hacia Alava y habiéndola sometido a capitación, mandó explorar a los hombres de estas comarcas, e informarse de sus intenciones y constituyó jefe a quienes se franquearon con él, sobre la malicia de los propósitos y agitación en el Tseguer,»