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lunes, 5 de abril de 2021

Alfonso II el Casto. Rey de Asturias. 2ª parte. Jaque al Rey.

 

El emir de Córdoba se sube, después de devastar nada menos que el sur de Francia carolingia, ha enviado su ejército a aplastar el diminuto reino de Asturias y se encontró, que fueron sus tropas las derrotadas. No puede soportar esa humillación, tiene que vengar la afrenta, y lo hará apuntando directamente a la cabeza: hay que atrapar al rey de Asturias.

 

Para dar jaque al rey, hay que acorralarte, cortarles las salidas y eso es lo que propuso Hisam: acorralar a Alfonso II.

  

Alfonso II el Casto. Rey de Asturias. 



Más de diez mil jinetes musulmanes se aprestaron a lanzarse contra Oviedo. Era septiembre del 795 y el cielo se oscurecía para los rebeldes asturianos, Alfonso se entero de la ofensiva mora, así que tuvo tiempo para llamar a sus gentes a las armas del reino y de engrosar sus fuerzas con guerreros de cántabros, gallegos y vascones (no olvidemos que Alfonso es hijo de una damas vascona y que había vivido largo tiempo entre ellos).

Tomo una decisión arriesgada, no va a esperar a los moros entre los valles y montañas de Asturias, sino salirles al encuentro, concretamente en las Babías. ¿Porqué? Quizás prefirió dar la batalla lejos del corazón del reino. O tal vez había aprendido en la campaña del 794 que las montañas ya no eran garantías de éxito. El hecho es que Alfonso se planto en una zona relativamente llana entre San Emiliano y Cabrillanes. Ordenó evacuar a los habitantes de las praderas hacía las montañas. Se aseguró vías de escape a sus espaldas –los puertos de la Mesa y la Ventana-. Espero al adversario, parecía todo calculado, pero fue un error.

El general Abdal-Karim, llegó a Astorga, con sus diez mil jinetes, el general moro planificó su estrategia, desde Astorga: primero lanzar un cuerpo de vanguardia para debilitar a los cristianos, después dar el golpe decisivo con otro cuerpo de más numeroso de refresco. Así partieron contra las filas de Alfonso, cuatro mil jinetes musulmanes al mando de Farach inb Kinina, jefe de la división militar de Sidonia. Fueron los primeros en entablar combate. Los cristianos aguantaron la embestida, pero entonces, en el momento crítico, apareció Abd al-Karim con sus refuerzos de seis mil jinetes más, que desequilibraron la balanza.

El 18 de Septiembre de 795, Alfonso sabía que iban a por él, por eso escogió una ruta de salida difícil, a través del puerto de la Ventana, su paisaje de revueltas y gargantas anulan la velocidad de los caballos. Y en efecto los moros iban por él. No tardaron los moros en pisar los talones del rey asturiano en fuga. El moro estaba deseoso de vengar la muerte de su hermano. Llego antes de que Alfonso pudiera reorganizar su fuerza, le dio alcance en el río Quiros. En ese momento jugó al ajedrez: viendo venir el jaque, decidió sacrificar la caballería y envió un grupo de jinetes a detener a los sarracenos. Eran tres mil jinetes cristianos al mando de Gadaxara. ¿Quién era Gadaxara? , no lo sabemos, pero según las crónicas, era un hombre valiente y fiel que formaba parte del círculo cercano al rey, cumpliendo fielmente la misión del rey. ¿ Y cuál era esa misión? Interponerse entre el jaque de Abd al-Karim y Alfonso.



El sacrificio del heroico Gadaxara y sus jinetes había permitido a Alfonso ganar una nueva defensa: El castillo, construido a orillas del Nalón para prevenir cualquier ataque a Oviedo. Seguimos con el ajedrez: Después del caballo, la torre. Ante la torre se repite la escena, los moros llegan al castillo, vencen la resistencia y penetran en él . Pero el rey ya no está, a salido antes que los musulmanes forzaran los muros, Alfonso a dejado atrás la torre y se ha marchado. A la mañana siguiente, miles de jinetes sarracenos cargan contra Oviedo: era el movimiento del último jaque. Los moros llegaron a Oviedo, penetraron en la ciudad, la saquearon a conciencia. Entraron en el palacio, robando los tesoros, sin embargo, no hallaron lo que iban buscando: el rey había vuelto a darles esquinazo. Tres jaques y ningún mate. Los peones, el caballo, la torre… pero el rey se escapaba otra vez. El general moro contrariado, renunció a su presa. 

El retorno del general a Córdoba tenía que haber triunfal, pero no lo fue. Primero, porque había fallado en su objetivo principal, atrapar a Alfonso. Pero además, hubo una circunstancia que hizo aún más pobre el balance. Recordemos que la ofensiva había  sido doble: mientras el general moro marchaba sobre Oviedo, otro grupo de musulmanes se volcaban en Galicia para dividir las tropas cristianas. Esta segunda expedición mora fue un desastre. El rey se había refugiado en las montañas, desde allí vio como los moros volvían a Córdoba. La integridad del reino se había salvado. Incluso había sido posible infligir al enemigo pérdidas cuantiosas y de cierta identidad.

El reino de Asturias, por sí sola no podría triunfar sobre la potencia militar como la del emirato. Alfonso decidió buscar alianzas con Carlomagno. Decidieron unir sus esfuerzos en el próximo ataque del sarraceno.

Hisam no renunció a perseguir a nuestro rey e intentar un nuevo jaque. Pero Hisam no llego a verlo: murió el 27 de abril del 796, con 39 años después de haber reinado seis años. Ante el reino de Asturias se abrían ahora perspectivas insospechadas.

 

Bibliografía:

L. Barrau-Dihigo. Historia de la política del reino asturiano (719 – 910). Biblioteca Histórica Asturiana: 1989. Oviedo.

V. Bermejo Palacios y J.A. Mases. Asturianos universales. Vol. VII: Alfonso II el Casto. Felix de Aramburu y Zuloaga.

C. Cabal. Alfonso II el casto. Grupo Editorial Asturiano: 1991. Oviedo

F.J. Fernández. “El libro de los Testamentos” de la Catedral de Oviedo. Iglesia Nacional Española: 1971. Roma.

C. Sánchez Albornoz. Orígenes de la Nación Española. El reino de Asturias. 2 vols. Instituto de Estudios Asturianos. 1974. Oviedo

VV.AA. Estudios sobre la monarquía Asturiana. XI Centenario de Alfonso II. (1942). Instituto de Estudios Asturianos: 1974.



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